MIS 15 ACUSACIONES
1. Acuso a la industria farmacéutica de haber
convertido todos los procesos naturales de la mujer en enfermedades
tremendamente rentables: menstruación, anticoncepción, embarazo, parto,
lactancia, crianza y menopausia.
2. Acuso a la píldora anticonceptiva (y todos los
productos hormonales en general en mujeres sanas) de haber alterado totalmente
nuestro delicado equilibrio endocrino y de robarnos los mensajes intuitivos que
llegan del inconsciente con las diferentes fases del ciclo menstrual femenino,
por la relación entre ovarios, determinadas hormonas y actividades de
hemisferios cerebrales. Este es uno de los problemas de base sorprendentemente
ocultado. Las mujeres no se desconectan en el parto de sí mismas por primera
vez, sino que llevan años desvinculadas de la sabiduría femenina ancestral y
más unidas a un laboratorio que a su propio cuerpo.
3. Acuso al negocio de la fecundación artificial de
aprovecharse de las mujeres desesperadas por concebir y someterlas a dolorosos,
caros y largos procesos, en vez de analizar las causas verdaderas (y
subsanables) del fracaso en los embarazos, y que nos obligarían a replantearnos
el ritmo y el estilo de vida que llevamos a todos los niveles.
4. Acuso a la industria de la alimentación de su
macabra y eficaz estrategia para convencer a medio siglo de mujeres y conseguir
que la leche de un animal (cuyo cerebro es mucho menor que el humano) tratada
químicamente, suministrada en plástico, y por manos frías, muchas veces, haya
suplido al calor, amor y el milagro de una teta blandita. Este triunfo
económico ha significado una condena a muerte a millones de niños en países
poco desarrollados, y alto riesgo de enfermedades, menos nivel cognitivo y
desapego en los países ricos. Ausencia de lactancia significa ausencia de oxitocina
y menos enamoramiento madre-hijo, y a partir de aquí una larga cadena de
conductas artificiales.
5. Acuso al sistema obstétrico de haber convertido la
normalidad del parto en patología, de haberlo medicalizado hasta el delirio de
50% de cesáreas en algunos países, de no haber respetado la extrema fragilidad
del recién nacido y de haber convertido el sagrado acto del nacimiento en una
mera extracción y manipulación de bebés.
6. Acuso a los pediatras de haber confundido sus
creencias y prejuicios con la verdadera ciencia, de haber frustrado millones de
potenciales lactancias exitosas con falsas normas, de haber convertido en
enfermedad una pauta de sueño mamífera y de anteponer sus criterios a las
recomendaciones de la OMS.
7. Acuso a los neurólogos y psiquiatras de
sobre-diagnosticar la hiperactividad, y de drogar y anular a una generación de
niños (a pesar de los constatados y denunciados efectos secundarios) con
Ritaline/Rubifren: la cocaína pediátrica
8. Acuso a los psicólogos de medrar a costa de todos
los errores del sistema en crianza, de no hacer honor a su nombre
(psiqué=alma), de crear teorías que han justificado la continua domesticación
de los niños anulando el leve instinto materno que quedaba (sobreprotección,
falta de límites, permisividad por consentir demasiado, malcriar, etc.), y de
haber inventado una falsa socialización temprana que no existe hasta mucho más
tarde ( 6-7 años cuando queda establecida la lateralidad cerebral).
9. Acuso a los falsos gurús de crianza:
Spock/Ferber/Valman/Estivill y secuaces conductistas de hacer apología de
métodos de socio-tortura y vender insensibilidad, crueldad y falta de respeto
hacia los niños. Si hubiese un Tribunal de la Haya Emocional, todos estos
personajes habrían sido condenados por sufrimiento a la Humanidad.
10. Acuso a las feministas clásicas de haber mutilado
a las mujeres humillando nuestra feminidad y maternidad, y de haber vendido a
nuestros hijos por una falsa liberación que simplemente fue un cambio de lugar
de opresión, y que perpetuó y potenció el sistema y los valores dominantes:
masculinidad, competencia, depredación, jerarquía. Nunca hubo ninguna
revolución social, sino un continuismo con otra cara. Sí es compatible el
trabajo y la crianza, pero para eso hay que transformar el sistema y no
abducirnos a nosotras y abandonar a las criaturas.
11. Acuso a las revistas femeninas de fomentar modelos
de mujeres descerebradas, consumistas, siliconadas, hipersexuales que cuando
tienen hijos se convierten en madres virtuales que atienden por control remoto
a sus criaturas a golpe de Visa y continúan con su estresante vida sin
inmutarse ni un tacón.
12. Acuso al sistema educativo de precocidad, de tener
planes obsoletos que no responden a las verdaderas necesidades de aprendizaje a
través del juego y la libertad de expresión, de fomentar la sumisión y
obediencia e impedir los procesos de pensamiento independiente y creativos que
permiten encontrar el propio camino en la vida .
13. Acuso a toda la sociedad de ser adultocentrista y
haber excluido a los bebés y niños de la vida diaria, de infravalorar la
maternidad y crianza considerándolo una pérdida del talento de la mujer pero sí
valorar a ésta como productora dentro del sistema económico (ni como
reproductora ni como cuidadora).
14. Acuso al estado de Bienestar de haber secuestrado
la vida de los bebés encerrándolos en guarderías tempranas que se convierten
así en una especie de “orfanatos de día” bien decorados, mientras obliga a sus
dos padres a trabajar lejos de casa para subsistir en un modelo de vida
asfixiante, de haber pasado del concepto de “se necesita una aldea para criar
un niño” a la soledad y el desamparo de 8 bebés por cuidadora, de tener unas
políticas de conciliación familiar-laboral miserables, de ausencia de ayudas
familiares decentes, y evidentemente de haber creado una sociedad del malestar
en la que según la OMS en el 2020 la depresión será la segunda enfermedad.
15. Y por supuesto, acuso a las mujeres de no escuchar
su corazón ni su instinto, de haber sacrificado a sus hijos para que el sistema
los devore (porque ellas ya lo estaban), de acceder a la maternidad y parto con
muy poca información y por tanto con una actitud de niñas dóciles que delegan
su papel en los demás, de no luchar o exiliarse de este injusto modelo
económico ni siquiera dentro del hogar, sino de dirigir la rabia y frustración
(consciente o no) contra sus hijos, insensibilizándose ante su llanto y
llamadas nocturnas, de obsesionarse por el adiestramiento y las normas (que en
el fondo les ayudan a ellas a tener una estructura y orden y a
desculpabilizarse de su abandono real), y de centrar todas sus fuerzas en
aspectos externos al hogar.
texto: Maria del Mar Jimenez Redal
foto: autorretrato 2012
foto: autorretrato 2012
Cogido de
Maria
Niklasson
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