(conspiración) – montalk.net
Traductor: Dion Conde
Traductor: Dion Conde
“La escuela apesta.”
La mayoría de los
estudiantes estará de acuerdo, y muchos ha dado voz a su disgusto en relación a
esta abominación que llamamos educación pública. Ellos desprecian a los buenos
estudiantes quienes obedecen como pequeños corderos, fruncir el ceño ante la
conformidad impuesta y se ríen de la naturaleza hipócrita del sistema.
Lo mismo se hará en
este artículo, pero existe una gran diferencia entre estos estudiantes
desafiantes y yo, el autor. Yo fui uno
de esos buenos corderitos. Me gradué de la secundaria con un 4.0, un record
perfecto de asistencia, dos años del consejo estudiantil en mi haber y un serie
de honores que me condujeron a la universidad. Los maestros me amaban, los
estudiantes me temían y me respetaban, y el director me conocía mejor de lo que
yo a él.
Eso es suficiente como
para hacerte vomitar. Yo sé que a mí me hizo vomitar. Así que aquí estoy,
mordiendo la mano que me alimentó debido a que lo que me fue dado no ha sido
más que propaganda y amarguras.
No estoy escribiendo
este artículo debido a la envidia o por despecho contra los universitarios
adoctrinados por el sistema, tampoco estoy tratando de poner en vergüenza a mi
escuela por todos mis fallos académicos. De hecho, no puedo, debido a que yo fue un graduado universitario y tuve
pocos, si no es que ningún fallo académico.
Estoy escribiendo este
artículo porque el sistema mismo es un desastre. Al haber estado en muchas
escuelas públicas diferentes por los últimos 15 años, tengo una credibilidad
más que adecuada para realizar esta afirmación.
Lo que se enseña es
fortuito, inútil y carente de significado
En las clases se
invierte mucho tiempo en tópicos inútiles. La calidad de la educación ha sido sacrificada por la cantidad, y como resultado de ello, la
inflación académica y la devaluación de la información ha convertido la
ambición intelectual en apatía y a las mentes brillantes en simplonas.
En el esfuerzo de ser
multicultural y ecléctico, el plan de estudio académico se ha vuelto
superficial y desorganizado en medio de su esfuerzo por enseñar a los
estudiantes un punto de vista global. Los
tópicos se enseñan de manera fragmentaria, y los profesores nunca invierten
tiempo para ayudar a sus alumnos a integrar las piezas en forma de un todo coherente que pueda constituir una
base para futuros desarrollos. E incluso, si dentro de una clase las ideas son colocadas juntas, el
esquema educativo mayor todavía permanece fragmentado.
Por ejemplo, tanto la
geometría como en la física pueden ser dominados por el estudiante promedio,
pero la relación entre los dos a menudo no. Cuando la física es enseñada en una
escuela primaria o en una secundaria, solamente involucra los conceptos más
elementales de geometría, y viceversa. Son la síntesis de los dos, cada una de
las ciencias permanece sin ningún propósito o efectividad.
Tal síntesis entre los
tópicos ha sido un aspecto descuidado en el plan de estudios, y
consecuentemente, la experiencia de uno dentro del sistema de educación pública
se convierte en una vaga memoria de hechos al azar, carentes de significado e
inútiles, de la misma manera que un motor desarmado es sólo un montón chatarra
consistente en partes de metal.
La mayoría de los
temas escolares mismos ni siquiera son verdadero conocimiento. Los libros de historia están llenos de inexactitudes y
distorsiones cuidadosamente incluidas a propósito con la finalidad de obtener
una ganancia corporativa y ser políticamente correctos.
Mucho de lo que es la
escuela es una pérdida de tiempo
El propósito de la
educación es hacerlo a uno pensador independiente y competente, uno que pueda
marcar la diferencia para un mundo mejor, y que obtenga la mayor probabilidad
de supervivencia y éxito en el mundo.
Así que, ¿qué demonios es lo que estamos haciendo con
eventos tan superficiales como talleres motivacionales, juegos de fútbol y
básquetbol, días de peinados locos, educación sexual, educación sobre la
muerte, trivias de bolos y juntas del consejo estudiantil?
Seguro, sin estos
elementos, la escuela sería muy aburrida. Pero se supone que la escuela es una
incubadora de jóvenes humanos que los prepara para la excitación del mundo real.
La escuela está haciendo más de lo que se supone que hace, y se ha convertido
en un proveedor sustituto de tal excitación, convirtiéndola en artificial y socialmente perjudicial. ¿Se supone
que tu aspiradora también lava los platos, corta tu cabello, maneja tus cuentas
y se convierte en tu cita para la noche del viernes?
Mucho de lo que se
ocupa la escuela son actividades extracurriculares, tiempo el cual podría ser
invertido en actividades en el mundo real en vez de desperdiciarlo en
trivialidades. El efecto es un cúmulo de estudiantes que dependen del sistema y
que son aislados del mundo real. El resultado es disfuncionalidad social,
financiera y académica. Una vez más la cantidad ha prevalecido sobre la calidad
debido a que no existe ganancia para el que provee si proporciona calidad. La
calidad solamente ayuda a aquellos que la exigen, pero cuando los consumidores
de educación han sido reducidos a niveles primarios, el discernimiento y la
apreciación de la calidad desaparecen.
A pesar de estos
problemas, casi todo mundo está contento.
Los padres están
contentos. Las mamás pueden ver sus telenovelas y los papas pueden ir a
trabajar mientras los chicos son adiestrados. Ellos no tienen que preocuparse por enseñar moral o ética a sus hijos
debido a que la escuela lo “hace por ellos”. Ellos no tienen que entretenerlos
o invertir tiempo auténtico en convivir con ellos debido a que estos niños
están demasiado ocupados siendo entretenidos en funciones estudiantiles. Las
mamás sólo tienen que llevar a sus niñas a las prácticas de soccer, y los papás
arrojan el balón unas cuantas veces. Los padres perfeccionistas hacen que sus
hijos sean competitivos, no guiándolos y ayudándoles de forma constante, sino
riñéndoles en cada ocasión en que en la escuela surge un reporte sobre su
desempeño.
Los maestros están
contentos, ya que ellos obtienen un empleo seguro de las 8 a las 5 horas, (en
España no se cumple) y entre más trabajen, más les pagan. (más cobran sí, pero
menos hacen y esto es España) Entre más los programas escolares se encuentren
financiados con el fondo federal o estatal, más obtienen. Entre más escuelas
posean programas, más financiamientos y bonificaciones reciben de los benefactores
federales.
Todo mundo es feliz, excepto los estudiantes. Pero, ¿a quién lo importa? ¿Quiénes son ellos para
quejarse? Aquellos que poseen
el oro hacen las reglas, y los estudiantes apenas tienen unas pocas monedas
para galletas y leche.
Es un hecho bien
conocido, que en la escuela pasas más tiempo aprendiendo a cómo obedecer y
aprendiendo qué debes pensar, en vez de aprender a cómo pensar y pensar por ti
mismo. La verdad del asunto es que al menos
tres cuartas partes del tiempo escolar son una pérdida de tiempo.
Los estudiantes no
tienen la culpa
Pero eso no es lo
peor.
La peor parte es que la escuela pública no sólo posee un plan de estudios
detestable, sino que además ellos oprimen a
los estudiantes forzándoles a participar en él. Una cosa es asignar tareas de escasa importancia, y
otra es obligarlos a hacer esas tareas.
En pocas palabras, a
los estudiantes se les obliga a estar ocupados con basura para evitar que
aprendan algo útil.
Casi todo lo que he
aprendido de importancia, lo he aprendido en mi propio tiempo fuera de la
escuela. Durante el colegio, las tareas que me eran asignadas
eran pocas, y a menudo las acababa en clase. Esto me dejaba suficiente tiempo
como para ir a la librería y comenzar mi estudio sobre metafísica y lo
paranormal, en aprender la verdad por mi propia cuenta y experimentar con lo
que había aprendido para confirmar la naturaleza de la verdad absoluta.
Pero conforme progresé
hacia la secundaria, me fueron asignadas cada vez más tareas que no me
enseñaron nada (y créeme que he buscado algo de utilidad en ellas), pero que,
no obstante, ocupaban mi tiempo. Lo que se me enseñó estaba fragmentado, lleno
de lagunas y errores, era superficial y políticamente correcto al punto del
absurdo. ¿Era mi deber integrar las partes y aprender lo
suficientemente bien como para poder aplicarlo? Seguro, pero la gran cantidad de tarea escolar
evitaba que encontrara tiempo para hacer eso. Cantidad sobre calidad, una vez
más.
Actualmente me
encuentro en una universidad estatal, y no existe ninguna diferencia. La
opresión continúa, excepto que ahora me estoy volviendo más inteligente y he
logrado captar el esquema tramposo de graduar robots en vez de seres humanos.
Me gustaría tener más
tiempo para realizar investigación relacionada con este sitio, para aprender
física e historia verdadera, para continuar escribiendo música y marcar la
diferencia. Pero ese tiempo es
consumido por los componentes inútiles del plan de estudios académicos.
Los estudiantes,
excepto en algunos pocos casos de genuinos holgazanes, no tienen la culpa
cuando se retrasan en el desarrollo de habilidades fundamentales de
pensamiento. Ellos no están siendo obstaculizados por su propia pereza, sino
por la opresión directa de un sistema con el poder de castigarlos y de fichar
su expediente si ellos no se rinden en su persecución individual de
conocimiento en favor de labores escolares vanas.
La sobrecarga produce
disfunción
Existen consecuencias
múltiples de esta programación de cantidad por encima de calidad. Los niños se
encuentran actualmente bajo una gran cantidad de estrés debido a esto, y como
consecuencia, ellos se transfieren a una modalidad de supervivencia.
Este modo de
supervivencia consiste en tomar atajos para conseguir ganar con el menor
esfuerzo posible, pero incluso esta pequeña cantidad de esfuerzo es aplicada en
gran medida a fines inútiles. Obtener grados se convierte en el objetivo final
en vez de ser los medios, y la verdadera meta de la educación se desconecta del
trabajo en el mundo real. Estudiar solamente sirve para pasar el examen, pero
no sirve para que lo estudiado sea retenido por la mente posteriormente. El
escapismo entra a escena y ver la televisión, consumir drogas, involucrase en
actos delictivos y una socialización extrema es el resultado. Esto evita todavía
más que el estudiante aprenda lo que verdaderamente necesita.
Bajo tal cantidad de
estrés, el cuerpo estudiantil se divide en dos grupos: aquellos que se conforman y los que
fracasan.
Los que se conforman
aprenden las reglas del juego, sin importar que tan ilógicas sean, y juegan el
juego a completa satisfacción de la facultad. Ellos se desconectan de la
realidad, de lo que verdaderamente importa, y sus potenciales son reprimidos
conforme se les despoja de su inspiración, creatividad y originalidad. La cantidad
por encima de la calidad es fundamental como parte de un sistema de
supervivencia, y enfocarse en la calidad no genera ninguna ganancia ya que esta
se presenta muchas décadas después como para ser de provecho. Debido a esto, en
la mentalidad de supervivencia, el pensar en el futuro es algo que es
descuidado. Los que se conforman se convierten en robotizados y son respetados
por lo bien que se acoplan al molde. Lo que alguna vez fue una curiosidad por
descubrir el mundo se convierte en intentos de escapar al castigo.
Los que no se
conforman se quedan atrás a menos que sean lo suficientemente listos como para
hallar otra fuente de educación de la cual se beneficien. Sus calificaciones
son mediocres debido a que ellos se encuentran desilusionados del sistema y no
se preocupan más por complacerlo. Los cambios en las calificaciones y la
búsqueda de una educación superior es floja, y la mayoría de ellos desertan o
se gradúan e inmediatamente adquieren empleos con baja paga. El precio por
rehusarse a conformarse es el rechazo hacia los empleos de paga menor.
De cualquier forma,
ingresar al sistema de educación produce robots o campesinos, hiperbólicamente
hablando.
El sistema mismo
Los maestros tampoco
tienen la culpa. Ellos son como soldados en las trincheras que pelean una
guerra con la finalidad de educar al público, tomando órdenes de sus superiores
quienes no tienen la menor idea de las condiciones actuales que prevalecen en
las primeras líneas de fuego.
Los maestros están
sobrecargados de presiones, tienen baja paga y su habilidad para responder a lo
que perciben en el salón de clases está restringida. Debido a las políticas
correctas, a la amenaza de una acción legal llevada a cabo por los padres, a
comités escolares contritos con miedo a la desaprobación de una minoría con una
fuerte influencia política, los maestros se hallan confinados a un estrecho
plan de estudios que ellos son forzados a seguir.
Ellos son forzados a
enseñar algunas cosas, y no se les permite enseñar otras, y los lineamientos de
esto son implementados por un panel de marionetas quienes no tienen la menor
idea de cuál es la verdad real de todo aquello, y menos todavía tener la
iniciativa de difundir la verdad que ellos posiblemente lleguen a saber. Estas
marionetas son los que diseñan el plan de estudios escolares, quienes, a pesar
de que alguna vez fueron maestros ellos mismos, actualmente están en su mayoría
fuera del mecanismo de retroalimentación del salón de clases.
Son las cosas pequeñas las que contribuyen a la
atmósfera opresiva en las escuelas. Sin poder resistir la atmósfera social, los maestros dentro de una escuela
con bajo presupuesto, se preocupan más por ahorrar papel, grapas o cinta. Cuando mi escuela secundaria recibió miles
de dólares de financiamiento proveniente de la comunidad, usaron el dinero para
ampliar su inventario de computadoras que ni siquiera eran necesarias, sólo
para mantenerse al día con la corriente políticamente correcta de las escuelas
de estar al día tecnológicamente. Ese dinero debió haberse empleado en
cosas pequeñas, tales como suministros de oficina.
Los estudiantes
destructivos son puestos en la misma aula que los que se comportan bien,
creando un socialismo académico en donde la igualdad es mantenida al cargar con
los idiotas a expensas de los más inteligentes. Separar a los estudiantes en
base a un criterio equivocado conduce a incongruencias y a una falla en el
sistema y sus componentes. Situarlos en grados de acuerdo a sus edades, cuando
deberían ser separados respecto a su nivel de conocimiento y habilidad, resulta
en una entropía académica en donde el inteligente se convierte en tonto y el
tonto aprende a cómo gastar el tiempo del otro.
Los maestros pasan más
tiempo enseñando a los chicos a como callarse y quedarse quietos que lograr que
pongan atención y piensen. Debido a que se encuentran muy limitados en sus
métodos de disciplina, los maestros y estudiantes sufren conforme una minoría
idiota y delincuente arruina al resto.
La fricción dentro del
sistema debido a la mala distribución de recursos induce a la aversión entre
sus componentes, ya que cada uno sufre y culpa al otro en vez de culpar al
sistema mismo. De hecho, el sistema está establecido de tal manera que los
componentes se conducen unos a otros en una espiral hacia abajo de largo plazo.
Los maestros tienen desdén por los estudiantes, y a
menudo hacen el esfuerzo por encaminar su agresión hacia ellos, viéndolos como
el enemigo y la causa de su propio estrés. Los estudiantes ven a la autoridad como algo que debe
ser desafiado, a menos que ellos ya hayan sido vencidos por ella. Los maestros
establecen reglas ilógicas para examinar qué tanto los alumnos obedecen, tales
como hacer que caminen de cierta manera a través de la biblioteca, o no entrar
o salir por ciertas entradas a ciertas horas, y otras nimiedades que irritan a
los estudiantes y hacen que la facultad se sienta bien cuando ejercen sus
poderes. Esta tensión entre estudiantes y maestros destruye la confianza entre
ellos, y cualquier enseñanza y aprendizaje entre ellos entra en el reino de la
estimulación negativa. En vez de apreciarse y respetarse mutuamente, ellos se
detestan unos a otros, pero aun así hacen lo que se supone que deben hacer, con
la finalidad de evitar consecuencias si actúan de otra manera.
Cuando uno ve a un estudiante,
lo que realmente está uno viendo es al alguien que tiene poca ambición e
iniciativa, pero que ansía el reconocimiento y la autoestima. Esto es un
síntoma de un sistema que es contrario a la vida, anti-individualista y
anti-espiritual. Comprimir a un ser humano maravilloso en un bloque preciso que
quepa perfectamente en un cubículo induce una un estilo de vida enfocado a la
supervivencia. El conocimiento, al ser ubicado como la fuente de su angustia,
es situado hasta abajo en la lista de prioridades, ya que tiene que hacer todo
lo posible con el fin de recobrar su auto-estima, de ganar reconocimiento y
lograr una paz mental. No obstante, él debe hacerlo dentro de los confines del
sistema.
El resultado es la
disfunción. En vez de que el individualismo signifique pensar por uno mismo y
una búsqueda propia de la verdad y un sentido de la moralidad, individualismo
se convierte en vestir extravagante, tener cortes de pelo llamativos y llamar
la atención por medio de vulgaridades infantiles sin importar si se realiza por
fama o por infamia. Estos métodos superficiales son todo lo que aún sigue
siendo legal dentro del sistema. El verdadero espíritu humano, no obstante, es
suprimido.
Los que se rinden
siguen las reglas ilógicas de los maestros y aprenden a confiar en la autoridad
en vez de en sus propios potenciales. Al hacer esto, ellos se transforman en
parte del engranaje de la maquinaria. Desobedecer órdenes se convierte en tabú para
ellos, algo sobre lo que se ponen muy nerviosos cuando ocurre, y ciertamente
sería algo que no harían voluntariamente. Se convierten en perfeccionistas
neuróticos e inestables que sobresalen sustentados en una base convulsa.
Una vez acabada su
individualidad, se convierten en robots que son muy eficientes al realizar sus
tareas. Muchos ingresan a la universidad, absorben muy bien lo que se les
proporciona y se convierten en académicos con un genial y pequeño nicho y un
buen ingreso en sus respectivos campos de investigación. Pero aunque suene
maravilloso, ellos no son más que robots. O, empleando otra analogía, son
vacas.
No saben que ser la
mejor vaca no lo hace a uno un vaquero.
La línea recta
Escuchamos historias
de emprendedores que se vuelven ricos después de haber abandonado la
universidad y perseguido sus sueños. Escuchamos relatos de aquellos que
partieron de mendigos y llegaron a millonarios, de aquellos que desafiaron el
convencionalismo y revolucionaron el mundo.
Pero, ¿qué escuchamos
en la escuela? Escuchamos que estas gentes son la excepción, no la regla. Eso
es ciertamente verdad, pero lo que el sistema está dando a entender con esto es
que tú eres la regla, no la excepción, de modo que no intentes siquiera
desviarte de la línea recta.
La línea recta es lo
que el sistema enseña a los estudiantes, y que se relaciona con el curso de sus
vidas. La línea recta, tal como se les dice a los estudiantes de secundaria, es
como sigue:
Necesitas hacer tu
tarea para obtener una buena calificación. Cuando obtienes buenas
calificaciones, tu boleta será favorecida por los empleadores y las
universidades. Incluso puede que obtengas una buena escolaridad yendo a una
buena universidad, te gradúes y tengas una buena oportunidad de conseguir un
buen empleo. Y con un buen empleo obtendrás una buena esposa, buenos hijos y
una buena vida.
Lo que realmente están
diciendo es esto:
No te preocupes por
cambiar al mundo, sólo concéntrate en obtener buenas calificaciones, ya que es
la única medida de valor persona a los ojos de los que servirás. Ve a la
universidad y encuentra calladamente un sitio en el mundo. Estarás trabajando
para mantener el sistema conforme seas considerado apto. Concentra toda tu
energía en esa área especializada y no te preocupes por provocar un impacto en
el mundo, ya que mientras permanezcas así de especializado y
compartimentalizado, te proporcionaremos vestido, te daremos de comer, tendrás
una buena familia y te enterraremos en una buena parcela cuando mueras.
Desviarse de la línea
es algo abominable para el sistema. Si muestras iniciativa y asumes el riesgo,
te conviertes en una excepción estadística, en una anomalía ante sus modelos
estadísticos, alguien que amenaza el sistema debido a que constituyes una
semilla con el potencial de destruir los espejos y revelar la verdad detrás de
esta guerra silenciosa.
Desafío
He aquí el punto de
este artículo.
No puedes ser exitoso, reconocido o un
verdadero ser humano a menos que desafíes al sistema. Si solamente haces lo que
se te dice, no eres mejor que la gente promedio allí afuera.
El sistema ha sido
diseñado por la corporación más importante de todas, el estado. Las escuelas
públicas producen o robots trabajadores que sirven al estado y a sus codiciosas
corporaciones asociadas, o producen gente a la que le es destinada la asistencia
social, quienes son una excusa para el estado siga teniendo ese colosal tamaño
parasitario y constituya una base de consumo para que esas corporaciones vendan
sus artículos inútiles y venenosos.
Así que muchos
estudiantes se encuentran bajo esta ilusión, la ilusión de ellos deben seguir
la línea recta, intentar ser la mejor vaca del rebaño con la finalidad de
mantener una seguridad económica y social, o desafiar al sistema y fracasar
miserablemente, convirtiéndose al final en un vagabundo que recorre las calles.
Si desafías al sistema
eres considerado como un fracaso social. Si mides tu éxito por lo que el
sistema considera ser exitoso, entonces temerás desviarte de la línea recta
debido a que eso sería un síntoma de fracaso.
Sin embargo, debes
rediseñar tus estándares de éxito. ¿Abandonar la universidad estatal te
convierte en un fracaso? A los ojos de otras vacas, tal vez, pero conseguir una
educación mejor en otro lugar, ya sea de manera independiente o a través del
mundo real, te hará mejorar.
¿Cuánta gente famosa
que conoces hizo solamente lo que le dijeron y nada más, quien de ellos nunca
se arriesgó y desafió el estatu quo? No demasiados.
Conclusión
La lección es que no
sólo debes asumir riesgos y utilizar tu iniciativa innata, debes también
superar tu miedo a desafiar al sistema y adelantarte al rebaño. Tú eres la
excepción, no la regla, porque tú tienes el poder de serla.
Luego, los robots
dentro del sistema definitivamente son necesarios. Necesitamos empleados,
soldados y científicos que se especializan en lo que hacen, pero actualmente
existe una abundancia excesiva de ellos. Por lo tanto, la aparición de
individualistas, generalistas y emprendedores es requerida.
Y la única manera de
hacer que crezcan en número, es que gente como tú rompa el molde y cumpla su
destino como ser humano, no como una máquina.
http://montalk.net/spanish/202/los-horrores-de-la-educacion-publica
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