Saint-Germain, El Conde Inmortal
Considerado como un genio en el arte, la política y la alquimia,
el conde de Saint Germain apareció aparentemente de la nada, sin registro de
nacimiento o documentos que justificaran su identidad. La leyenda del
misterioso conde se extendió por toda Europa durante cientos de años de un
noble que afirmaba tener más de 300 años. Él era conocido por muchos de los más
famosos personajes de la historia europea, como Casanova, Madame de Pompadour,
Voltaire, el rey Luis XV de Francia, Catalina la Grande, Franz Anton
Mesmer y otros.
¿Podría ser realmente un verdadero “inmortal” caminando
entre nosotros? ¿Podría haber descubierto el conde de Saint-Germain la fuente
de vida? Estas son algunas de las cuestiones que rodean al personaje histórico
conocido como el Conde de Saint-Germain.
Orígenes
El nacimiento de Saint-Germain es todo un misterio, aunque según
algunos registros parecen indicar que nació en la década de 1690. Annie Besant,
teósofa inglesa, afirmó que era el descendiente de Francis Racoczi II,
príncipe de Transilvania en 1690. Pero otros datos apuntan a que él vivió en la
época de Jesús, asistiendo a la boda de Caná. También se decía que estuvo
presente en el Concilio de Nicea en el año 325 d.C.
Otras fuentes dicen que él era en realidad el hijo de un rey
húngaro, explicando así su gran educación, el amor por el arte y todos sus
conocimientos. Los que le miraban a los ojos decían que se sentían
influenciados y que las mujeres caían enamoradas inmediatamente, incluyendo
Madame de Pompadour. Los ancianos de la corte afirmaron haberlo conocido unos
cincuenta años antes, pero él nunca envejecía. Algunos llegaron a afirmar que
nunca lo vieron comer, mientras otros decían que vivía comiendo a base de
cereales y pollo.
El conde de Saint-Germain y la alta aristocracia
Saint-Germain fue conocido en la alta sociedad europea en 1742.
Él acababa de pasar cinco años con el shah de la corte de Persia, donde
aprendió el oficio de joyero. La realeza y los poderosos estaban encantados con
sus altos conocimientos de la ciencia y la historia, su capacidad musical, su
encanto natural y el ingenio. Hablaba varios idiomas con fluidez, incluyendo
holandés francés, alemán, español, portugués, ruso e inglés, el griego antiguo
y el sánscrito. Pero fue en 1760 cuando se originó la idea de que Saint-Germain
podría ser inmortal. En París ese mismo año, la Condesa oyó que un conde de
Saint-Germain había llegado para una velada en la mansión de Madame de
Pompadour, la amante del rey Luis XV de Francia. La anciana condesa tenía mucha
curiosidad porque ella había conocido a un conde de Saint-Germain, en Venecia
en 1710. Al encontrarse con el de nuevo, ella se sorprendió al ver que no había
envejecido y le preguntó si era el hijo del conde que ella conoció en Venecia.
“No, señora”, respondió el conde de Saint-Germain, “pero yo
vivía en Venecia a finales del siglo pasado y comienzos de este, he tenido el
honor de haberla conocido bella y hermosa”. La condesa perpleja dijo:
“¡Perdóneme, pero eso imposible! El conde de Saint-Germain que
conocí en aquellos días tenía por lo menos cuarenta y cinco años. Y es la misma
edad que tiene usted.”
El conde con una sonrisa de complicidad le respondió: “Señora,
yo soy muy viejo”. La condesa asombrada le dijo que debería tener “100
años”. El conde consiguió convencer a la condesa de que era el mismo hombre que
ella conoció en Venecia, dándole todo tipo de detalles de sus encuentros
anteriores y de la vida en Venecia 50 años atrás.
Saint-Germain el inmortal
Saint-Germain durante 40 años viajó por toda Europa, y en todo
ese tiempo nunca parecía envejecer. Aquellos que lo conocieron quedaron
impresionados por sus muchas de sus capacidades y peculiaridades:
Podía tocar el violín como un virtuoso.
Era un consumado pintor.
Por los lugares por donde viajaba, creaba un laboratorio
especialmente elaborado para la alquimia.
Parecía ser un hombre de gran riqueza, muchas personas no sabían
de donde había conseguido tanto poder.
Cenaba a menudo con sus amigos, pero rara vez se le veía comer
en público. Se decía que el subsistió con una dieta de harina de avena, aunque
nadie pudo comprobarlo.
Prescribía recetas para eliminar las arrugas faciales y para el
teñido del cabello.
Amaba las joyas. Él había perfeccionado una técnica para
pulir las joyas.
Él afirmó que era capaz de fusionar varios diamantes pequeños en
uno grande. También dijo que podría hacer que las perlas crecieran hasta
tamaños increíbles.
Ha estado vinculado a varias sociedades secretas, como los
rosacruces, masones, Sociedad de Los Hermanos Asiáticos, los Caballeros de la
Luz, los Illuminati y la Orden de los Templarios.
El reconocido filósofo, Voltaire, dijo de Saint-Germain que
es “un hombre que nunca muere y que lo sabe todo”.
A lo largo
del siglo
XVIII, el conde de Saint-Germain continuó utilizando sus conocimientos en la
política y en ciertos ámbitos de la élite europea:
En la década de 1740 se convirtió en un diplomático de confianza
de la corte del rey Luis XV de Francia, realizando misiones secretas para él en
Inglaterra.
En 1760 realizó una función similar en La Haya, donde se reunió
con el amante infame, Giacomo Casanova. Casanova dijo de Saint-Germain, “Este
hombre extraordinario… estoy seguro de que tenía 300 años, y que conocía el
secreto de la medicina universal, que poseía un dominio sobre la naturaleza,
que podría derretir diamantes”.
En 1762 viajó a Rusia, donde se dice que fue cómplice de una
conspiración que puso a Catalina la Grande en el trono. Más tarde también fue
el informante de los ejércitos imperiales de Rusia en la guerra contra Turquía,
que ganaron.
En 1774 regresó a Francia, cuando Luis XVI y María Antonieta
ocuparon el trono. Al parecer les advirtió de la revolución que estaba por
venir 15 años después.
En 1779 se trasladó a Hamburgo, Alemania, donde tuvo una gran
amistad con el príncipe Carlos I de Hesse-Kassel. Los siguientes cinco años,
vivió como un invitado en el castillo del príncipe en Eckernförde. El conde de
Saint-Germain pasó sus últimos años escribiendo un manuscrito conocido
como “La Tres Sainte Trinosophie”, un clásico de la literatura ocultista.
El libro está escrito en una mezcla de jeroglíficos y con lenguaje moderno,
considerado por muchos la biblia del ocultismo. Y, según los registros locales,
Saint-Germain murió el 27 de febrero de 1784.
Las pruebas de su inmortalidad
Para cualquier persona la muerte es el fin de su existencia,
pero no para el conde Saint-Germain. Él seguiría siendo visto a lo largo del
siglo XIX y en el siglo XX.
En 1785 se le vio en Alemania con Franz Anton Mesmer, el
conocido hipnotizador. Algunos dicen que fue el propio Saint-Germain que le
enseñó a Mesmer las líneas básicas para el hipnotismo y el magnetismo personal.
Los registros oficiales de la masonería muestran que eligieron a
Saint-Germain como su representante para una convención en 1785.
Tras la toma de la Bastilla en la Revolución Francesa en 1789,
la condesa d’Adhemar dijo que tuvo una larga conversación con el conde de
Saint-Germain. Supuestamente le advirtió del futuro de Francia. En 1821, ella
escribió: “He visto a Saint-Germain de nuevo, lo vi cuando la reina
Antonieta fue asesinada, al día siguiente de la muerte del Duque de
Enghien en enero de 1815, y en la víspera del asesinato del Duque de Berry”.
La última vez que lo vio fue en 1820 y siempre parecía ser un hombre de no más
de 40 años.
Después de 1821, Saint-Germain pudo haber tenido otra identidad.
En sus memorias, Albert D. Vandam escribió sobre un hombre que tenía un
asombroso parecido con el conde de Saint-Germain, pero es hombre era conocido
como Major Fraser. Vandam escribió:
“Se hacía llamar Major Fraser, vivía solo y nunca hizo alusión a
su familia. Además fue pródigo con el dinero, aunque el origen de su fortuna
sigue siendo un misterio para todos. Poseía un maravilloso conocimiento de
todos los países de Europa en todos los períodos. Su memoria era absolutamente
increíble y, curiosamente, a menudo daba a entender que él había adquirido su
formación de los libros. Muchos me dijeron que estaban seguros de que el Major
Fraser había hablado con Dante, y así sucesivamente”.
Con el tiempo el Major Fraser desapareció sin dejar ni rastro.