¿Cuánto gasta la industria farmacéutica en hacer presión a los poderes públicos?
¿Cuánto gasta la industria farmacéutica en hacer presión a los poderes
públicos?
Que la industria
farmacéutica ostenta un poder inmenso de influencia en los gobiernos es de
sobra conocido. Temas tan espinosos (por decirlo de una manera suave) como su
lucha contra la venta de genéricos para el SIDA o sus recurrentes …
Genoveva López Morales 04/10/2015
Que la industria farmacéutica ostenta un
poder inmenso de influencia en los gobiernos es de sobra conocido. Temas tan
espinosos (por decirlo de una manera suave) como su lucha contra la venta de
genéricos para el SIDA o sus recurrentes denuncias contra el gobierno indio por
su decisión de prohibir la comercialización de algunos medicamentos [1]son
de sobra conocidos, lo que es curioso, porque es uno de los sectores más
subvencionados por los gobiernos tanto en becas de formación como en
subvenciones directas para investigación. Dinero público que revierte
únicamente en manos privadas.
Allen Frances, el director durante años
del DSM que define los trastornos y patologías mentales, en una entrevista a El
País admitía: ’fuimos muy conservadores y solo introdujimos dos de los
94 nuevos trastornos mentales que se habían sugerido. Al acabar, nos
felicitamos, convencidos de que habíamos hecho un buen trabajo. Pero
el DSM IV resultó ser un dique demasiado endeble para frenar el
empuje agresivo y diabólicamente astuto de las empresas farmacéuticas para
introducir nuevas entidades patológicas. No supimos anticiparnos al poder de
las farmacéuticas para hacer creer a médicos, padres y pacientes que el
trastorno psiquiátrico es algo muy común y de fácil solución’ [2].
¿Pero cuánto gasta la industria
farmacéutica en hacer presión a los poderes públicos? El Observatorio de las
Corporaciones en Europa ha estudiado las cifras y apunta a que la industria
farmacéutica ha declarado unas cifras de en torno a 40 millones de euros,
incluyendo empresas, asociaciones farmacéuticas y las empresas de lobby que
contratan para tal fin. Esta cifra es en torno a 15 veces más que lo
que pueden gastar en lobby las organizaciones de la sociedad civil y los grupos
de consumidores que trabajan por la salud pública o para promover el acceso a
los medicamentos. Sin embargo, estas son las cifras declaradas, el
gasto real puede ser mucho más. El incremento, respecto de 2012, suponen 6
millones de euros, a pesar de que las ocho asociaciones comerciales de lobby
más importantes declaran un incremento siete veces mayor.
Pero no sólo es dinero lo que
gastan, la industria farmacéutica mantiene reuniones frecuentes con los
departamentos y personal de la Comisión Europea, de hecho, los partenariados
público-privados más grandes en la Unión Europea son realizados con la
industria farmacéutica. Los canales de influencia que la industria farmacéutica
utiliza para promover sus intereses son, por ejemplo, la participación en los
grupos consultivos de la Comisión Europea o las aproximadamente 50 reuniones
que ha llevado a cabo EFPIA – la Federación Europea de las Industrias y
Asociaciones Farmacéuticas – en los primeros cuatro meses y medio de la
Comisión Juncker, nivel de reuniones impensable para lobbys que representan los
intereses de la ciudadanía o de los consumidores. Pero, ¿por qué se
está haciendo tan visible últimamente el sector farmacéutico?, ¿Cuál es ahora
su mayor preocupación? La respuesta es fácil, el TTIP.
Su mayor preocupación: EL TTIP
El TTIP, el acuerdo comercial entre
Estados Unidos y Europa, está en el punto de mira de la industria,
especialmente por las patentes y los acuerdos de transparencia, de hecho el
lobby de las farmacéuticas incrementó de manera dramática una vez terminada la
fase preparatoria y cuando las negociaciones reales se iniciaron. Las
negociaciones, a puerta cerrada, tienen como objetivo que el TTIP no incluya
medidas regulatorias como por ejemplo, la inclusión de estándares o de marcos
legales, eliminación de derechos de propiedad intelectual o medidas de
protección de inversión. Frente a esto, amplios sectores de la sociedad civil
están muy preocupados, ya que probablemente el TTIP supondrá una reducción de
los estándares de protección de los consumidores y una consiguiente erosión de
las políticas de salud y medioambientales para la ciudadanía.
La armonización de políticas entre
Estados Unidos y Europa corre el riesgo de precipitarnos al vacío, reduciendo
las obligaciones regulatorias a estándares mínimos a ambos lados del Atlántico.
El secretismo y la ausencia de transparencia en torno a las negociaciones,
junto con el inmenso acceso de las corporaciones a los poderes público en
comparación con el público en general, acrecienta las sospechas de que el TTIP
supondrá la promoción de los intereses comerciales de las multinacionales, en
lugar de la promoción del interés general de la ciudadanía.
Los amplios y numerosos contactos entre
la industria farmacéutica y la Comisión Europea sobre el TTIP, combinado con
que las demandas sectoriales supondrían un detrimento importante en el acceso a
las medicinas y a la salud pública en la Unión Europea. Estas demandas incluyen
amplios periodos de monopolio a través de medidas de propiedad intelectual, la
erosión de las regulaciones establecidas en la UE para proteger la salud
pública y críticas a la reciente regulación de los ensayos clínicos [3].
La necesidad de controlar el lobby
Por todas estas razones es necesario
controlar el nivel de lobby que reciben los poderes públicos. En una intentona,
la Comisión Europea abrió lo que se llama el Registro de Transparencia, donde
se deben registrar el número de lobbistas que tiene cada organización. A
continuación, el gasto declarado por cada una de las corporaciones:
Es interesante ver cómo, de acuerdo al Registro
de Transparencia, al menos dos corporaciones farmacéuticas declaran menos en
lobby que lo que es declarado por las empresas subcontratadas para ejercer el
lobby. Por ejemplo, Alexion Pharmaceuticals, declara en la Unión Europea gastos
inferiores a 9.999 euros (entre enero y noviembre de 2014), sin embargo, la
organización que le gestiona el lobby, g+ (europe) declara que paga entre
25.000 y 49.999 euros. Otro ejemplo, Stallergenes que declara un gasto de lobby
entre 50.000 euros y 99.999 euros, aparece en la lista de FTI Consulting
Belgium, su empresa de lobby, en el ratio entre 100.000 y 199.999 euros.
Es necesario establecer controles al
sistema de lobby, lo cual sólo puede ser conseguido a través de un registro
obligatorio y real de las empresas de lobby en la Unión Europea, así como la
publicación y apertura de las reuniones de lobby que se llevan a cabo entre las
empresas privadas y los poderes públicos.
Es necesario terminar con un sistema
donde los intereses privados son asesores de los poderes públicos y llegar a un
sistema más equilibrado, donde las necesidades de los ciudadanos y ciudadanas
sean representados. Es necesario terminar con la miopía de los poderes
reguladores, que fallan en reconocer que los intereses lucrativos de los
regulados, en este caso la industria farmacéutica, son incompatibles con las
responsabilidades públicas, que en teoría, deberían llevar a cabo los políticos
en pro de la ciudadanía general.
Se ha producido una importante captura
de la información en torno a los medicamentos y a las políticas de salud por
parte de la industria farmacéutica. Muchas veces, su retórica parece ganar en
los debates políticos, argumentando que las patentes fomentan la ’innovación’ y
la ’investigación’ y la regulación supone una barrera a las mismas, mientras
que reciben inmensas sumas a través de la Iniciativa para la Innovación en
Medicamentos (IMI en sus siglas en inglés), que según reza su página web es el
mayor partenariado público-privado de Europa.
Arrojar luz sobre el lobby de la industria
farmacéutica y ofrecer más claridad a la ciudadanía es absolutamente necesario
para servir de manera genuina a las necesidades de salud de la ciudadanía,
además de facilitar el acceso a los medicamentos esenciales, en lugar de servir
a los oscuros intereses comerciales de uno de los lobbys más importantes del
mundo.
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